jueves, 10 de abril de 2014

Yokozawa Takafumi no baai Vol. 4 Capítulo 7 parte 1

Publicado por KanaAmai en 17:46

Sekai-ichi Hatsukoi-Yokozawa Takafumi no baai Vol. 4

YOKOZAWA TAKAFUMI NO BAAI VOLUMEN 4

Capítulo 7 Parte 1


Tipo de texto: Retraducción de novela
Clasificación: +18
Título: Yokozawa Takafumi no baai Volumen 4
Serie: Sekai-ichi Hatsukoi
Autor: Fujisaki Miyako
Ilustraciones: Nakamura Shungiku
Retraducción: DrL 








Capítulo 7


     Yokozawa echó un vistazo en la habitación en penumbras de Hiyori acercándose sigilosamente a su cama bajo la luz que se colaba desde el pasillo. Encendiendo la lámpara al lado de su cama con un suave "clic", examinó cuidadosamente su semblante; sus mejillas, que estuvieran enrojecidas, habían retornado una vez más a su habitual tono rosado pálido y a la legua, lucía más saludable de lo que había estado. En ese momento, incluso su respiración mientras dormía, la cual fuera previamente laboriosa y resoplante, se había calmado en comparación con su estado previo aquella tarde. Por como lucían las cosas, resultaba claro que ella al menos se había recuperado y Yokozawa sintió una oleada de alivio en su interior.
     Suavemente, retiró la compresa fría de su frente y acomodó el acolchado que había comenzado a deslizarse sobre sus hombros. Sorata, quien permanecía hecho un ovillo a los pies de la cama, se puso de pie para realizar su propia inspección.
     —Ella está durmiendo bien ahora, así que no te atrevas a despertarla.
     Aparentemente ella había regresado a casa bajo la repentina lluvia que había estallado la tarde del viernes y terminó pescando un resfrío de verano. El verano de ese año había sido absolutamente sofocante, pero a Hiyo no pareció afectarle en lo más mínimo y aun así, tan pronto como terminaron las vacaciones veraniegas, fue como si todo el cansancio que se estuviera acumulando en su interior la atacara de golpe y porrazo.
     Yokozawa escuchó que ella había caído victima de fiebres bastante a menudo cuando era pequeña, pero esta era la primera vez que él la veía en cama así desde que comenzara a frecuentar el departamento de los Kirishima. Había estado fuera de sí por la preocupación, pero el doctor le había asegurado que si ellos sencillamente se aseguraban de que ella recibiera abundante alimentación apropiada y descanso estaría como nueva en menos de lo que canta un gallo.
     Su escuela sostendría una salida más adelante a fines de mes y se suponía que ella pasaría esa noche con algunas amigas del mismo grupo de clase para practicar la preparación del curry que cocinarían durante la misma, pero ahora había sido reprogramada para el próximo fin de semana. Hiyori había estado en las nubes de la emoción y lució descorazonada por no poder aprovechar la noche, pero necesitaba recuperar sus fuerzas primero. Si ella se exigía demasiado y terminaba directamente sin poder asistir a la salida, hubiera sido sencillamente intolerable.
     —Sorata, no te sientes allí; la estás aplastando.
     El gato había apoyado sus patas en los hombros de la niña para mirar su rostro de cerca. Originalmente, Sorata había sido su mascota, pero luego de que los Kirishima lo cuidaran cuando estuvo enfermo, el gato había terminado haciendo de ese lugar su nuevo hogar. Yokozawa había dudado de arrastrar a Sorata de regreso a su casa, en vista de lo bien que se estaba llevando con Hiyori, y antes de darse cuenta, el hecho de que Sorata viviera allí se había convertido prácticamente en una realidad.
     Había sido de gran ayuda que ambos, Kirishima y Hiyori, le aseguraran que estaba bien que Sorata se quedara allí, incluso para siempre, adulando al gato. Y Sorata debía estar disfrutando más en su nueva morada al no quedar solo por largos períodos de tiempo como lo hacía en casa de Yokozawa.
     Sin embargo, no podía dejar que el animal molestara a Hiyori ahora que su condición finalmente se había estabilizado y levantó a Sorata en sus brazos para llevarlo de regreso a la sala de estar, en cuyo punto Hiyori lo percibió y abrió sus ojos: —¿Oniichan...?
     —Ah, lo siento, supongo que te desperté. ¿Hice mucho ruido?
     Ella sacudió su cabeza lentamente reflejando en sus ojos el hecho de que recién despertaba: —No... Creo que fue porque estaba sedienta.
     Ya no estaba tosiendo, pero su voz se oía un poco ronca.
     —Entonces, ¿qué tal una bebida? ¿Puedes incorporarte?
     —Sí.
     Luego de que Yokozawa lo dejara de nuevo en la cama, Sorata ocupó su lugar al lado de Hiyori una vez más y Yokozawa tomó asiento en su silla al lado de la cama ayudando a que Hiyori se sentara.
     —Muy bien, ahora tómate tu tiempo para beber.
     —Gracias.
     Yokozawa le pasó a Hiyori una suave bebida deportiva luego de que ella se acomodara sentándose en la cama. Efectivamente, ella debió estar muerta de sed ya que en el preciso momento en que sus labios tocaran la pajita se bebió la mitad del contenido de un solo trago.
     A ella le gustaba llamarlo "Oniichan", pero no eran en modo alguno hermanos de sangre como sugería el término. Ella era, en realidad, la hija de la pareja de Yokozawa. En algún punto entre las invitaciones a su casa y compartir cenas con ellos, incluso que ella cuidara de su gato enfermo, ellos se habían vuelto bastante cercanos y tanto él como Sorata disfrutaban de una relación casi familiar con ella ahora.
     —¿Cómo te sientes?
     —Al menos ya no me siento mal y ahora no me duele la cabeza —había perdido casi todo su apetito a causa de que el resfrío la dejara sintiéndose mal trecha, así pues, casi no había probado bocado alguno aquel día. Había logrado comer unos tres bocados del gruel de vegetales que Yokozawa preparara, pero eso fue todo lo que pareció poder retener.
     —No tienes hambre, ¿o sí?
     Ella sacudió la cabeza suavemente ante su pregunta: —Comí una gelatina antes, así que no tengo hambre.
     En este punto, Yokozawa recordó que Kirishima le mencionó antes que él hizo que comiera algo de gelatina cuando ella se despertó.
     Se había vuelto algo así como una tradición que Yokozawa se dirigiera directo al departamento de los Kirishima todos los viernes luego del trabajo y escoger regalos para Hiyori cada semana era algo que Yokozawa disfrutaba enormemente. Esa semana, le había llevado gelatina con trozos de fruta real de un famoso puesto de frutas. Había dudado entre la gelatina y arrollados, pero ahora estaba contento de haber escogido en última instancia la más refrescante de las dos opciones.
     —¿Cómo está tu fiebre? ¿Te hace calor? —cuando apoyó suavemente la mano contra su frente, pudo decir que su fiebre había bajado bastante. A este paso, volvería a estar como nueva para la mañana del día siguiente.
     —Ya no tanto. Pero tus manos están frías, Oniichan. ¡Se sienten bien!
     —¿Eso crees?
     —Je, je, y las patas de Sora-chan son suaves y se sienten bien también —sonrió estrujando suavemente las patas delanteras de Sorata mientras él se sentaba sobre su regazo.
     —Voy a tomarte la temperatura, solo para estar seguros. ¿Te molesta? —Yokozawa deslizó el termómetro en su oído y presionó el botón, recibiendo noticias momentos después, anunciadas por un leve pitido—. ... 36,8, ¿ah? Bajó bastante. A este paso, estarás como nueva mañana; te lo apuesto. Probablemente estás aburrida hasta la coronilla estando así en cama, pero solo será por un poco más.
     —Sí, señor~.
     Los ojos de Yokozawa brillaron de júbilo y palmeó su cabeza ante la formal respuesta. Aunque Hiyori ciertamente pudiera parecer más madura de lo que sugería su edad, a veces también podía mostrar un lado bastante infantil. Tal vez debido a que se sentía achacada, ese día se había comportado un tanto más caprichosa de lo usual.
     —... Oye, Oniichan, ¿dónde está papá?
     —Estaba aquí hasta no hace mucho, pero ahora se encuentra en el baño. ¿Quieres que lo busque?
     —No, te tengo a ti y a Sorata aquí, así que estoy bien. ¿Te quedarás conmigo un poquito más...?
     Yokozawa sintió que una sonrisa inconsciente estremecía sus labios por el modo en que ella lo miraba con sus ojos entornados hacia él, llevándolo a preguntarse si a este sentimiento se refería aquella frase "la luz de tus ojos": —No te preocupes; me quedaré aquí hasta que te duermas.
     —Gracias, Oniichan, Sora-chan.
     —Ahora descansa un poco y recupera tus fuerzas.
     —De acuerdo.
     Ella se había recostado de nuevo por lo que Yokozawa la tapó otra vez con sus mantas, bajando un poco la intensidad de la luz. Sin embargo, permanecer sentado en silencio al lado de la cama de Hiyori sin otra ocupación hizo que se sintiera un tanto aburrido por lo que ofreció: —... ¿Quieres que te lea un libro?
     —... Oniichan, ¿eso no es algo más apropiado para niños más pequeños?
     —... Bueno, ahora que lo mencionas, supongo que sí —cuando se detuvo a pensarlo, se dio cuenta de que los niños de quinto grado eran un poco grandes ya como para que les leyeran libros, ruborizándose avergonzado cuando Hiyori se rió levemente de él. Hiyori era la única niña de su edad que conocía Yokozawa, así que a menudo se encontraba sin saber como tratarla apropiadamente.
     —Humm, ¿sabes? Ahora que lo pienso, tal vez  quiera que me leas algo. ¿Me leerías un libro de cuentos, Oniichan? —continuó en un obvio tono bromista. Parecía que ella no había pasado por alto su vergüenza cuando le resaltara lo inapropiado de su sugerencia.
     —No te burles de los mayores —sin embargo, si ella se sentía lo suficientemente bien como para bromear así sugería que, en efecto, se sentía bastante mejor—. No te leeré ningún libro, pero te prepararé lo que sea que quieras comer mañana. ¿Tienes alguna sugerencia?
     —Humm, entooonces... ¡budín! ¡Quiero probar ese que vimos en la televisión el otro día!
     —¿El otro día? —Yokozawa buscó la descripción en su memoria—. Oh... ¿el que tenía rodajas de manzana?
     Si recordaba correctamente, se trataba de un budín horneado con relleno de manzanas acarameladas. Si revisaba el sitio web del programa, probablemente podría encontrar la receta y así comenzó a preguntarse si podría o no hacerlo con los ingredientes que tenía a mano en el departamento.
     —¿Crees... que sea difícil de hacer?
     —Humm, creo que me las arreglaré de alguna manera. Pero más vale que no escuche la más mínima queja de ti incluso si sabe como la mona, ¿entendido?
     —¡Pero si todo lo que tú haces es delicioso!
     —Si tú lo dices.
     —¡La hamburguesa al plato que hiciste antes estaba realmente buena también!
     —Eso fue porque tú ayudaste a prepararla; tú amasaste la carne y preparaste la salsa también, ¿lo recuerdas?
     Todo lo que había hecho Yokozawa fue rebanar las cebollas y atender las partes de la receta que requerían el uso de la cocina; prácticamente había estado observando detrás de bambalinas.
     —Cocinemos juntos otra vez, ¿de acuerdo? —sus palabras tomaron un leve ceseo en ese momento, probablemente debido a que se estaba cansando y su pesado parpadeo hizo parecer como si sus párpados pudieran cerrarse en cualquier momento. Sus palabras se fueron apagando y poco tiempo después la habitación resonaba con el sonido de su plácida respiración.
     —... Buenas noches —la saludó quedo arreglando las mantas una vez más. Reconociendo que tener a Sorata a su lado evitaría que ella se sintiera sola cuando se despertara, Yokozawa abandonó sus intentos de sacar al gato de la habitación—. Cuida de ella, ¿sí?
     Se puso de pie en silencio teniendo cuidado de no hacer ningún ruido y salió de la habitación. Al salir al pasillo, se dio con que Kirishima había ido a ver a su hija. Yokozawa lo había alentado a relajarse mientras tomaba su baño, pero parecía que él solo se había dado un chapuzón y había salido rápidamente.
     —¿Cómo está?
     —Su fiebre ha bajado y se siente mucho mejor. Sin embargo, acaba de dormirse así que haz silencio.
     —Ya veo... —Kirishima echó un vistazo a su semblante a través de la puerta entreabierta antes de cerrarla otra vez. Este era Kirishima Zen, actual editor en jefe de la revista mensual Japun de Marukawa Shoten. Era el principal creador de éxitos en toda la compañía, alguien muy respetado por sus subordinados. Sin embargo, en privado era un amoroso padre para su hija y a pesar de perder a su esposa a causa de una  enfermedad algunos años antes, había conseguido criar a Hiyori hasta convertirse en una buena niña—. Aun así, han pasado años desde la última vez que la ataca una fiebre; realmente me agarró desprevenido.
     —¿En serio? Parecías estar perfectamente a la altura de las circunstancias.
     —Bueno, no puedo precisamente caerme a pedazos delante de Hiyo. Me alegra que solo fuera un resfrío; después de todo, algunas personas pescan resfriados en verano —la pequeña bendición que recibieron en todo el asunto fue el hecho de que ella cayera enferma en pleno fin de semana. Gracias a eso, ellos habían podido cuidar de ella sin distracciones, permaneciendo constantemente a su lado—. Gracias, en serio. Por todo. Realmente ayudó tenerte aquí. Probablemente yo no podría haber manejado todo solo.
     —Solo estoy devolviendo el favor. Tú me ayudaste cuando lo de Sorata, ¿lo recuerdas? —Yokozawa estaba seguro de que incluso si él no hubiera estado allí, Kirishima siempre hubiera podido buscar la ayuda de sus padres, quienes vivían a la vuelta de la esquina. Pero... aun así, lo llenaba de una poca de felicidad saber que había sido él la persona en la que Kirishima confiara.
     —Sí, pero... aun así, gracias.
     —... Bueno, ¿cuánto tiempo nos quedaremos dando vueltas por aquí? No queremos despertar a Hiyo —sabía que sencillamente debió decir "de nada", pero que le mostraran tan honesta gratitud resultaba de alguna manera, embarazoso. Podía sentir que Kirishima estaba sonriéndole detrás de él, pero sabía que si giraba sobre sus talones para confirmarlo, revelaría su propia expresión, y por ello continuó de espaldas al sujeto, dirigiéndose directamente a la cocina.
     Había sido una noche de tormenta la que súbitamente los había acercado a él y a Kirishima quienes nunca antes habían intercambiado más que unas cuantas palabras fuera de las reuniones. Con el corazón roto y desesperado por ventilar las emociones que se acumulaban en su interior, Yokozawa estaba tratado de sumergirse en botellas de alcohol cuando Kirishima se acercó a él. A pesar de que raramente compartían sino el ocasional saludo en la oficina, Kirishima había obligado a un borracho Yokozawa a concederle un asiento a su lado y había comprobado que era un compañero de charlas bastante irritante. Cuando Yokozawa recuperó el sentido, se encontró compartiendo la habitación de un hotel con el hombre. Había estado lo suficientemente sorprendido de encontrarse durmiendo desnudo, pero su corazón casi se detuvo en su pecho cuando Kirishima dejó el cuarto de baño recién salido de la ducha.
      Desde entonces, ellos habían compartido más de una aventura, pero tal vez la más sorprendente de todas había sido encontrarse comenzando una relación con Kirishima. A decir verdad, aún resultaba bastante difícil creer que él se encontraría tan íntimamente involucrado con alguien con quien previamente casi ni había interactuado en la oficina.
     Sin embargo, calma, que esta sensación de incredulidad no se debía a alguna clase de inseguridad respecto a los sentimientos del uno por el otro o a ninguna clase de falta de confianza. Era simplemente... que a veces esto lo hacía pensar que toda esta situación era algo como salido de un sueño y la incapacidad de Yokozawa para sacudirse ese sentimiento se debía probablemente a que encontraba muy feliz en ese momento.
     El tiempo que pasaba en la casa de Kirishima era relajado y placentero. Su única hija, quien probablemente se encontraba en una edad difícil, lo había aceptado con bastante cariño y ellos lo trataban como un miembro de su propia familia. Verdaderamente, era una vida soñada.
     Y tal vez esa era la razón por la cual ocasionalmente las palabras y acciones de Kirishima lo encontraran con la guardia baja. Esta clase de vida se había vuelto normal, incluso esperada, para él en este punto, tal vez mejor descrita como "caída del cielo"; un golpe de suerte.
     Abrió la puerta del refrigerador y se encontraba revisando si contaban o no con los ingredientes necesarios para el budín que Hiyori había pedido, cuando sintió que alguien se acercaba a él por detrás, rehusándose a hacerle lugar y encendiendo sentimientos de irritación: —No tenías que seguirme hasta aquí, ¿sabes?
     —Solo vine a buscar un refresco, eso es todo. ¿Qué? ¿Tanto te afecta mi presencia?
     —Ni... ni con un demonio.
     —Sí, claro —con una lasciva sonrisa sabelotodo iluminando sus facciones, Kirishima se estiró rozando a Yokozawa para alcanzar el interior del refrigerador y sacar una botella de té de cebada. La cocina en sí misma era, en realidad, bastante grande, pero con dos hombres de más de un metro ochenta parados uno al lado del otro en ella, el espacio se sentía bastante pequeño—. ¿Qué estás haciendo?
     —Hiyo dijo que quería comer un budín, así que vine a revisar los ingredientes.
     —Tus budines se volvieron su comida favorita ahora, ¿sabes?
     —Los budines son la comida favorita de casi todos los niños. Ella dijo que quería uno con rebanadas de manzana, ¿quedan algunas?
     —Muchas. En realidad, yo traté de pelar una antes, pero rayos, apesto en eso. Casi no quedaba nada para cuando terminé.
     —Oye, ¿qué diablos estabas pensando? ¿Qué tal si te lastimabas? —el sujeto apenas si podía blandir un cuchillo; debía estar loco. Yokozawa realmente deseaba que Kirishima tratara de hacer ese tipo de cosas solo cuando él pudiera monitorearlo.
     —¿Oh? ¿Te preocupas por mí? —sus labios se torcieron en una sonrisa divertida haciendo que Yokozawa se diera cuenta de su error en la elección de palabras.
     —Ni con un demonio. Sin embargo, si te jodes la mano, me causará problemas en la oficina. ¡La fuerza de ventas será quien tenga que salvar el retraso que se produzca porque tú no sacas libros con un buen ritmo!
     —Clásica respuesta tsundere; justo allí.
     Ver como los hombros de Kirishima se sacudían por la risa contenida encendió aún más la irritación de Yokozawa.
     —E-eso no es lo que yo...
     —Bueno, bueno. Te daré un respiro. Y bien, ¿cuáles son tus planes para mañana?
     Que Kirishima aplique cualquier interpretación que le plazca a sus palabras dejó a Yokozawa con un poco de indigestión, pero sabía muy bien que no había manera de que le ganara así al sujeto. Había aprendido muy bien en los últimos seis meses más o menos, que era mejor no acoplarse a cualquier pelea en la que sabía que no tenía esperanzas de ganar: —Nada en particular. Con Hiyo en ese estado, probablemente sea mejor que no salgamos de compras.
     Habían discutido salir el domingo para comprar todo lo que ella necesitaría para la salida escolar, pero no era buena idea arriesgarse cuando ella acababa de recuperarse de una enfermedad.
     Los fines de semana sin planes definidos los pasaban en su gran mayoría en la casa de Kirishima en esos días. A veces ellos salían como trío, y otras veces Hiyori iría a jugar con sus amigas y el par saldría de compras a solas. Aun así, en otras ocasiones, ellos sencillamente pasaban todo el día en la casa.
     —Así es; después de todo, no podemos dejar que vuelva su resfrío. Puede que sea un buena excusa para desempolvar el DVR entonces.
     —Ella no ha comido mucho hoy, así que tendré que asegurarme de preparar algo bueno y nutritivo. ¿Y tú? ¿Hay algo que desees comer? Lo cual me recuerda... que me muero de hambre. Quizás prepare un bocadillo de medianoche.
     Yokozawa había preparado un gruel de vegetales antes para Hiyori, quien no tenía mucho apetito, y él y Kirishima habían disfrutado de esto en la cena, pero como era de esperarse, simplemente no había sido suficiente para satisfacer completamente.
     —De hecho... hay algo que deseo. Pero me abstendré por ahora.
     —¿Por qué diablos harías eso? ¿Qué? ¿Te preocupa tu cintura? —en este punto, recordó que Kirishima se había estado quejando de haber ganado algunos kilos demás unos días antes y aunque Yokozawa no podía decir dónde se encontraba el exceso, si es que tal existía, supuso que Kirishima estaba en una edad en la que este tipo de cosas le molestaba.
     —... Por Dios, sí que eres denso —murmuró Kirishima con un suspiro coronando sus palabras—. No te estarás haciendo el tonto a propósito, ¿no?
     Las cejas de Yokozawa se fruncieron ante la insinuación: —¿Haciendo me el tonto con qué?
     —¿... En serio no entiendes a que me refiero?
     —Maldición, ¿referirte a qué? —presionó nuevamente aumentando su irritación cuando Kirishima se rehusó a darle una respuesta directa.
     —Estoy hablando de ti, idiota.
     —¿De mí? —Yokozawa no podía establecer conexión alguna entre esta respuesta y la pregunta original y plantó su mirada en Kirishima con una evidente confusión reflejada en sus facciones.
     —... Si todavía no la cazas, entonces supongo que eso significa que realmente no estas jugando al adorable cabeza hueca, ¿ah? ¿Qué tal si te lo pongo así? Te deseo.
     —¡¿...?! —el corazón de Yokozawa recibió un golpe directo al caer esas palabras como una bomba. Repasando su conversación, las insinuaciones de Kirishima habían estado lejos de ser sutiles y Yokozawa no podía negar el hecho de que él era, en efecto, bastante denso.
     —Realmente me encantaría que comiences a leer un poco mejor entre líneas... Estás arruinando mi estrategia.
     —Tú... no necesitas ninguna estúpida estrategia.
     —¿Esa es tu forma de decirme "ven por mí", entonces?
     —Sabes que eso no es lo que yo... hng —Kirishima lo agarró por la barbilla y pasó su pulgar por su labios sugerentemente. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y Yokozawa retrocedió de un salto.
     —Rayos, no tienes porqué reaccionar así; no me voy a abalanzar sobre ti —posando una mirada insinuante en Yokozawa, Kirishima bebió el resto de su té de cebada de un solo trago antes de salir de la cocina con paso tranquilo.
     —¿Qué...? —Yokozawa sintió una oleada de indignación alzándose en su interior. ¿Qué era esa actitud luego de tener el tupé de exaltarlo de esa manera? Sin embargo, sabía que si protestaba en forma alguna por su partida, solo le estaría echando leña al fuego de Kirihsima. Además, con Hiyori en cama con fiebre, no podían ponerse a perturbarla.
     Aún podía sentir los dedos de Kirishima sobre sus labios, pero antes de dejarse llevar por recuerdos de sus besos, sacudió la cabeza con violencia para disipar esos pensamientos. Sentía un conocido calor amenazando con extenderse desde el interior de su ser pero se forzó a ignorarlo y en cambio se sumergió en la preparación del budín de Hiyori.

Continuará...

3 comentarios:

  1. Yo quiero la receta del pudín! Jajaja

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  2. Kirishima... te deseo...
    Okno!
    Gracias por subirlo!!!

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  3. jajajaja Yokozawa es en verdad adorable <3 <3 <3 jaja destras de esa pariencia de Oso gruñon está una cosita adorablemente tsundere, ya veo por que Kirishima se encela de todo lo que se acerque a Yokozawa <3 <3

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